La escasez de lluvia en diferentes regiones del país ha puesto en peligro los sembríos de cientos de agricultores.
Cuando pensamos en la cantidad de agua en el planeta, puede que tengamos una sensación de abundancia. Sin embargo, ¿qué cantidad de agua potable hay realmente? Según datos de National Geographic, el agua dulce se distribuye en un 70% en agua congelada en glaciares y un 30% en la humedad del suelo o acuíferos. Respecto al resto, un 1% se encuentra en cuencas hidrográficas y tan solo un 0,025% es potable.
Nuestra región no es ajena a este problema, ya que la escasez de lluvias ha afectado seriamente a diferentes comunidades de nuestra región, solo en el 2020 se registraron nueve comunidades en emergencia hídrica en la provincia de Azángaro, lo que nos indica que este año pueda empeorar el panorama para diversas comunidades que actualmente vienen siendo afectadas por la ausencia de lluvias.
Debido al cambio climático se ha incrementado la temperatura generando el derretimiento de cerca del 53% de los glaciales tropicales de Perú. Es por esto que estamos afrontamos sequías cada vez más extremas con mayores riesgos de incendios, pérdida de producciones agrícolas y tierras para el ganado, malnutrición, deshidratación y enfermedades, hambruna debida a la escasez de alimentos, migración de animales, daños al hábitat, pérdida de biodiversidad y pérdidas económicas.
Asimismo, en la capital de nuestro país, según estimaciones del Fondo de Agua para Lima y Callao (Aquafondo), existe una alta probabilidad de que en los próximos 10 a 15 años se produzca una crisis hídrica el cual afectaría al país entero.
En ese sentido, la organización que forma parte de la Alianza Latinoamericana de Fondos de Agua, advierte que Lima, con 10,5 millones de habitantes y un 44% del PBI nacional, enfrenta riesgos significativos que pueden impactar en el normal abastecimiento de agua utilizado por el tejido productivo.
Además, aunque los efectos más notorios pueden ser los económicos, las salubridades de los negocios también están en peligro, y los riesgos son compartidos porque generan una especie de onda expansiva debido a que los déficits de producción en cualquier sector generan desempleo, lo que profundiza el caos social y la pérdida de ingresos.
“El impacto económico y social de una crisis hídrica es significativo y particularmente complicado en espacios urbanos de muy alto crecimiento poblacional y ubicación de sectores productivos, como Lima, que se desenvuelve en un contexto de alta vulnerabilidad hídrica”, según el estudio “Crisis de agua: una amenaza silenciosa para el desarrollo económico”.
De acuerdo con los hallazgos de Aquafondo, los sectores que enfrentan alto riesgo se encuentran en el rubro de servicios y manufactura. En servicios destacan los de gobierno, enseñanza y comercio, especialmente importantes en el caso de Lima.
Mientras que en el sector manufactura se ubican en situación de alto riesgo las ramas de alimentos, bebidas, textiles, metales, químicos y petróleo.
Considerando que las ramas de producción en alto riesgo representan el 92% del consumo total de agua, e implican el 55% del empleo de la ciudad, el impacto estimado en el empleo equivaldría a una pérdida de más de 35.000 puestos debido a la contracción de la producción por la crisis hídrica. Esto indica que “gran parte de la actividad económica de la ciudad enfrenta alto riesgo hídrico”.
Al respecto, Mariella Sánchez, directora ejecutiva de Aquafondo, señala que debido a que en algunos sectores económicos la dependencia es más clara, muchas empresas han empezado a tomar especial atención a esta problemática no solo por cuestiones ambientales sino también económicas porque podrían sufrir pérdidas millonarias al parar la producción debido a la escasez de agua o al deterioro de la calidad del agua que consumen.
A pesar de esos riesgos, la especialista muestra preocupación porque en los sectores menos afectados todavía no se logra comprender la importancia que tiene este recurso para su funcionamiento. Por eso no duda en afirmar que “ningún comercio o empresa de servicios podría funcionar adecuadamente si no contaran con agua en sus instalaciones”.
La escasez de agua potable constituye uno de los principales desafíos del siglo XXI. Esto, sumado a la distribución desigual de este recurso preocupa a los gobiernos de todo el mundo. Según datos de las Naciones Unidas, 4.200 millones de personas no cuentan con servicios de saneamiento seguros, más de 3.000 millones no gozan de agua potable y alrededor de 2.000 millones de personas se ven obligadas a utilizar fuente de agua potable contaminada.
Causas de la escasez de agua
Entre las principales causas de la escasez de este recurso son: la degradación de los ecosistemas reguladores en las cuencas altas por el sobrepastoreo, cambio de uso del suelo, pérdida de bofedales por ganadería, deforestación, la variabilidad climática y el incremento de la temperatura. Sumado a estos factores, se encuentra también la contaminación de las aguas superficiales y de los acuíferos. Las aguas residuales no tratadas; relaves mineros; lixiviados de basureros, es decir, contaminantes líquidos generados en un relleno sanitario; así como la minería legal; la contaminación; y el agotamiento de los suelos producto del uso de agroquímicos, residuos sólidos, entre otros, indicen directamente sobre la calidad del agua.
Asimismo, se encuentra el uso irracional de la poca agua que hay disponible. En este sentido, tanto las empresas como la sociedad civil tienen una gran responsabilidad pues consumen innecesariamente grandes cantidades de agua potable y la devuelven contaminada. Actividades cotidianas como el lavado de manos, dientes, baño, actividades de cocina, el riego de jardines en ciudades de la costa, el lavado de automóviles dentro de los ríos, son algunas de las prácticas más frecuentes e insostenibles.
La escasez de agua impacta directamente en la economía del país, incrementa las desigualdades sociales y los conflictos. El costo para el país se va acumulando cada año y, aunque en los últimos años se ha generado una conciencia social a favor del medio ambiente y afortunadamente esta tendencia va en aumento, aún queda un largo camino por recorrer.
No hay ninguna posibilidad de que nuestros países avancen hacia un desarrollo sostenible si no se garantiza primero el acceso al agua potable, en la calidad y cantidad necesaria que se requiere para el consumo y los medios de vida.