Desde hace aproximadamente 10.000 años atrás antes de Cristo, el sol ha sido venerado, eso se ve reflejado en las esculturas y escrituras a lo largo de la historia de la humanidad; es el respeto y su adoración. Lógicamente tiene sentido, el sol “aparece en la tierra, trayendo luz, calor y vida”. La denominación actual, Calendario Solar, tiene como referencia el ciclo que describe la Tierra alrededor del Sol. Ciertamente, las antiguas culturas, entendían perfectamente que, sin el Sol, las cosechas no crecerían y que no sobreviviría la vida sobre el planeta.
Centrándonos en los fundamentos para la adoración al Astro Rey –Sol, el solsticio de invierno en el Hemisferio Sur, entre 20 y 23 de junio según la rotación de la tierra, corresponde en que la posición del Sol en el cielo se encuentra a su mayor distancia angular al otro extremo del plano ecuatorial del observador. Precisamente, es está fecha que representa el comienzo del nuevo año. Se trata del día más corto y la noches más larga del año, luego de esta noche los días se empiezan a alargar lentamente, lo que significa que la tierra se prepara nuevamente para el cultivo. Una renovación del ciclo agrícola sujeta a una nueva recorrida del sol.
Es la celebración de año nuevo andino, que tiene una relación directa con el Solsticio de Invierno: El 21 de junio, que se celebra el Mosoq Wata o Inti Raymi (en quechua), Machaq Mara (en aymara), Huata Mosoj (en kolla), We Tripantu (en mapuches) o Aringa ora o koro en el rapanui. Es una fiesta que incluye un rito ceremonial conocido como “Wilka Kuti”, el regreso del Padre Sol. Son cultos en agradecimiento a la Madre Tierra y al Sol, la Pachamama y el Taita Inti, porque nos dan el agua, las semillas, los bosques y el calor para conservarlos y reproducirlos. Para esto es necesario entender, los estudios acerca de la filosofía andina, y que va relacionado al comportamiento de la naturaleza, el tiempo y el espacio donde el hombre, es el núcleo dinámico, para mantener el equilibrio armonioso de tres mundos: Hanan Pacha (mundo de arriba, celestial o supra terrenal), Kay Pacha (el mundo del presente y de aquí) y Uku Pacha (mundo de abajo o mundo de los muertos). Todo en el universo está relacionado para configurar los ciclos de vida: tiempo de siembra, tiempo de cosecha. Estos ciclos poseen una relación de reciprocidad entre los seres de la naturaleza y las personas como parte de ella.
Particularmente, en la región de Puno, por motivo del año nuevo andino, se conmemora con actos rituales y actividades culturales. En la ciudad lacustre, inicia en la madrugada, con la subida al cerrito de Huajsapata, donde se realiza la ofrenda al Sol, es una ceremonia de bienvenida a los primeros rayos solares. La forma como se presentan las ofrendas y se incineran en la hoguera, tienen un profundo significado sobre el futuro de la producción agrícola en la siguiente campaña de siembra y cosecha. Posteriormente, autoridades y los demás asistentes comparten un desayuno masivo preparado a base de productos andinos, como la papa, las habas, el chuño, la quinua, en señal de felicidad y paz; horas más tarde, diversas instituciones y organizaciones sociales, culturales recorren las calles a ritmo de música y danzas folclóricas, propios de la región altiplánica.
En Cusco, se tiene la fiesta de Inti Raymi –Fiesta del Sol, donde según expertos en la materia, presidía el Inka, participan otros de la nobleza casta y privilegio, la primera era formada por parientes del Inka y la segunda por jefes de los pueblos asimilados, y por personas que habían adquirido dicho status por méritos reconocidos por el Inka. Era una fiesta que reforzaba la legitimidad de la autoridad del Inka. Hoy en día, está celebración ha sido recuperada y revalorizada y juega un papel importante en las representaciones vernáculas de consumo turístico.